Nos estamos malacostumbrando...es un hecho tan constatable como que no podemos volver al pasado. Nos están poniendo a prueba continuamente para ver hasta dónde puede llegar el utilitarismo de nuestra sociedad cuando suceden hechos que en otro contexto causarían un caos total, como el apagón del lunes de la semana pasada. Hay que ver, entre que nos dejaron a oscuras y las pocas luces que tienen los políticos, esto es un no parar en el club de la comedia, mejor tragicomedia, española. Hay tres maneras de hacer vulnerable a un estado, y nosotros las hemos vivido todas en mayor o menor medida: a) el primer factor de vulnerabilidad se produce mediante una huelga general, que puede paralizar toda la actividad de un país, y de huelgas entendemos un rato... para muestra la del transporte el año pasado por el tema del precio de los combustibles y las jubilaciones de los autónomos; b) el segundo factor que determina un colapso nacional es un ataque cibernético; los españoles vivimos antaño diversos ataques a nuestros hospitales, que causaron un sinfín de problemas en listas de espera de operaciones quirúrgicas y expedientes de pacientes, que fueron alterados y robados consecutivamente, pidiendo los delincuentes informáticos el consiguiente rescate para que las aguas volvieran a su cauce; y c) el último causante, el más peligroso e importante, es el terrorismo.
En España sabemos por desgracia de ese tema, primero entre 1960 y 2010 con bandas terroristas autóctonas como E.T.A., G.R.A.P.O., Terra Lliure, Maulets... y en última instancia los diversos casos de terrorismo islamista, pero también conocemos casos de terrorismo estatal como fue el caso de los G.A.L. En cualquier caso tenemos muy recientes los ataques a los trenes de Madrid en 2004 y el atentado de las Ramblas en Barcelona en 2017, que fueron indiscriminados y cuyo objetivo era causar el mayor terror posible en la población española.Pero si hay algo que nos distingue es nuestra capacidad de aguantar y de sobreponernos a las adversidades que nos van llegando, hasta que llegue un punto en que el hartazgo sea ya tan considerable que no haya solución, y vamos camino de ello. Si antes he mencionado el tema de las vulnerabilidades, como explica Martha Nussbaum en su intento de lograr que los Derechos Humanos sean una realidad constatable y no un café para todos, que dependen solo del factor humano; también hemos de hacer hincapié en el factor ambiental pero a su vez antrópico, que nos ha ido afectando de lleno con hechos como la borrasca Filomena, el volcán de La Palma, la D.A.N.A. y posiblemente el apagón del 28 de octubre, aunque este último nos lo quieran vender como un ataque cibernético y no como un problema de las eléctricas.
A esto hay que sumarle el nubarrón de la pandemia, que aún nos sigue afectando de alguna manera. Podemos decir que en las dos últimas décadas, al ciudadano de a pie, le ha sucedido todo lo posible... y "lo que te rondaré, morena". Desde luego nuestro comportamiento está siendo excepcional, aunque hayamos sido tratados como conejillos de indias durante la pandemia y piensen que somos un rebaño obediente y conformista, pero en realidad no es así y se demostrará en cuanto nos den opción en las urnas. Lo que no es de recibo es que, después de todo nuestro esfuerzo para que todo vaya como debe, los políticos se pongan las medallas y se atribuyan los méritos que no merecen, como pensaba Platón.