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martes, 25 de julio de 2023

¿Su gran noche?

Parafraseando a Raphael y "mi gran noche", está claro que el domingo pasado no fue la "gran" noche de ninguno de los dos candidatos "destinados" a velar por nuestros intereses durante los próximos cuatro años. Se abre un horizonte ahora de inestabilidad con dos soluciones, ninguna positiva para los españoles: bloqueo o pacto. El bloqueo supondría la necesidad de un gasto innecesario, unos nuevos comicios, con la ignorancia futura de los resultados de los mismos, aunque los gurús de las encuestas y los sondeos se piensen que van a acertar y nunca lo hacen. Respecto a los pactos, a sabiendas que son nocivos por las ansias de poder de los actores secundarios, o incluso terciarios, la gobernabilidad mengua en función de las desideratas nacionalistas y extremistas; de lo primero podemos dar fé, de lo segundo no porque es algo inductivo que no podemos dar por sentado.

En cualquier caso, y dejando de lado un fatídico bloqueo, la cuestión de los pactos es harto complicada. En el caso de la derecha sería un acuerdo, con más o menos escaños, de cinco partidos con grandes desavenencias entre ellos ( PNV y VOX como botón de muestra). Pero si hablamos del bloque de la izquierda ya no sabemos si nos referimos a un pacto o a cierta escena de "Ciudad de Dios", donde se juntan en una fiesta colectivos que no tienen relación alguna. Para consolidar dicho bloque haría falta un macro acuerdo de siete siglas políticas, algo inaudito y posiblemente peligroso por las demandas solicitadas. Ya sabemos lo que conllevan los pactos en política, y más si vendes tu alma al diablo como observamos una y otra vez. 

No podemos tener experiencia, ni pasada ni futura, de lo que habría sucedido si este personaje hubiera elegido una fecha más acorde pensando en la ciudadanía y no en sus ínfulas de protagonismo y narcisismo, si hubieran sido después de verano los votantes no serían los mismos porque algunos fallecerían en ese transcurso y otros tendrían la mayoría de edad. Pero está claro que no es de fiar una persona que miente por castigo, que en un debate dice que quién se ha inventado que en enero de 2024 tengamos que pagar por el uso de autovías, y que una de sus secuaces amilane a su "propio" director de la DGT mientras éste asegura que eso es verdad. En una de tantas, descontento con la deriva de su propio despropósito, ha estado intentando subyugar a los medios privados de comunicación, sugiriendo a los mismos dar las noticias según le convengan para no salir perjudicado, sobre todo con el tema de la inflación, que a su parecer ya no existe; de su afinidad con independentistas y terroristas, o que por culpa de advenedizas cómplices políticas los violadores salgan libres "como Pedro por su casa".

No es de fiar una persona que se comporta en un debate de máxima audiencia como un niño con un berrinche si le quitan un juguete. Que no fue capaz de plantear solución alguna a los problemas que nos acucian y que solo se dedicó a dos cosas: atosigar al otro candidato por el posible pacto con VOX (algo que no ha sucedido hasta el momento), hasta que aquello se convirtió en una "disputatio" con falta de orden por parte de los sorprendidos moderadores (quizás por el resultado del debate ha estado atizando a las cadenas privadas); y a echar las culpas de todos nuestros problemas al conflicto en Ucrania. Pero sin hacer en momento alguno autocrítica por su parte, entonando el "mea culpa" por haber traicionado a sus mismos seguidores al pactar con quienes quieren desmembrar España, y con seres que causaron mucho daño y penas durante décadas, con sus delitos de sangre y odio. También se dedicó a hacer una defensa a "ultranza" de cierto colectivo, pero no hizo hincapié alguno en los problemas sanitarios o educativos, de máxima importancia, por mencionar algunos.

Tampoco es que el candidato opositor estuviera muy hábil al entrar en el juego del ahora presidente, pero al menos tenía las  propuestas estudiadas. Se le achacó de mentiroso en un par de temas, pero la hemeroteca dictó sentencia rápido. Quizás el fallo del aspirante fue no asistir al debate siguiente en la cadena pública, pero se imaginó una encerrona peor que la del combate dialéctico anterior, y eso le restó votos seguramente. En cualquier caso, en la lid primigenia los dos se vieron vencedores en un cara a cara pleno de altibajos, ataques y, porqué no decirlo, de falta de saber estar. Está claro que las grandes expectativas deseadas por los adalides de la partitocracia durante los posteriores trece días no han debido dejar contento a ninguno de los dos púgiles: Núñez Feijoo se veía con la llave de la gobernabilidad junto con VOX, pensándolo sin decirlo y creyendo que los ciudadanos nos chupamos el dedo. 

El inquilino de la Moncloa, por su parte, en su utopía mental imaginaba la reedición de las anteriores elecciones generales; mientras que cualquier ciudadano de a pie podía pensar en un posible gran batacazo socialista, solo los de su propio partido pensaban en algo similar a la sorpresa que ha sucedido finalmente, y que eso les puede seguir permitiendo chuparnos la sangre. Ayer leí un "meme" que textualmente decía que "si los españoles fueran dinosaurios, votarían al meteorito", frase que si analizamos en profundidad nos muestra la gravedad de lo sucedido el domingo, una muestra de que, aunque cualquier ciudadano sea libre para votar a quien quiera, es una verdad clamorosa que nos hemos pegado un tiro en el pie, y que no aprendemos a la primera (veríamos a la segunda). Sea por miedo, por el qué dirán, o por comodidad, la gente sigue votando con el corazón y no con la cabeza, y eso nos puede llevar de nuevo a meter el sobre en la urna.

Sabemos de antemano que PSOE y PP tienen sus fieles masas como apoyo inexcusable, pero no son las mismas quienes hacen que se pierdan o se ganen las elecciones. No, entre el rojo y el azul hay una gran cantidad de tonalidades indefinibles que equivalen a los  millones de votos útiles que tratan de ganar los dos grandes partidos. Sí que es verdad que desde la aparición de C'S, UP y VOX la polarización política en España ha sido constante, pero ya hemos asistido a la desaparición del primero y casi la del segundo, ya veremos cuánto dura la absorción del tercero por parte del PP porque la maquinaria partitocrática lo engulle todo. Aquí habría que hacer un inciso, porque en los pactos futuros no existen los mismos casos en la izquierda y en la derecha. 

Si hacemos memoria, podemos recordar que Podemos (luego Unidas Podemos) surgió en 2014 después de las acampadas del movimiento de los indignados del 15M, que reclamaban, entre otras cosas, acabar con la dualidad PP-PSOE y con los bancos. Más tarde se demostró que no eran otra cosa que una mezcla de pseudo anarquistas y comunistas radicales. De hecho acabaron absorbiendo a Izquierda Unida y sus dirigentes primigenios abandonaron a su suerte a dicho partido cuando ya habían alcanzado su cuota de poder y de dinero, algo que iba en contra de sus directrices. En la actualidad, después de diversas luchas internas, ha dado a luz a un nuevo movimiento: "Sumar", un compendio de las cenizas de lo que fue Podemos.

Se puede decir que del "pudimos sumar", pasarán al "podemos restar", máxime cuando su cara visible, ministra del actual gobierno, tiene ideas de bombero (con todo mi respeto por ellos) como dar 20.000 euros a los jóvenes de 18 años para que en el futuro sean emprendedores, los pagará ella porque nosotros no. Vamos, que en vez de buscar la excelencia, se premia la insensatez. Respecto al caso de C'S ( Ciutadans en Cataluña y Ciudadanos en España), fue un caso novedoso por haberse gestado en principio solo en Cataluña en 2005 y en las generales a partir de 2008. Aunque siga existiendo en la actualidad, ha perdido toda su importancia, llegó a ser un partido con muchos diputados pero ha ido perdiendo toda su vitalidad desde que Albert Rivera dejase el partido. Quizás fue la indefinición de Ciudadanos la que acabó consigo mismo, nunca quedó claro si eran de centro izquierda o derecha y estuvieron jugando a dos bandas.

Para finalizar, y es dónde quería llegar, hay que decir que el caso de VOX merece un punto y aparte, no se trata de un partido novedoso fundado en el auge de los tiempos de una gran crisis, sino que se le podría llamar el partido del descontento con la derecha. Sobre todo a raíz de la falsa regeneración del PP en época de Mariano Rajoy, con sus constantes capítulos de corrupción y su política cada vez más centrista, apareció una plataforma denominada "Reconversión.es", que aglutinó a diferentes figuras, entre otros, disidentes con el PP: Vidal-Quadras, Ortega Lara y Abascal, el único de los tres que queda en dicho partido en la actualidad y presidente del mismo, y que en principio luchaba contra las autonomías por sus dispendios económicos y pensaba que por ello se debía fomentar el centralismo. De lo que no se suele hablar es de que en la sombra estaban el ex-presidente Aznar y el ex-banquero Mario Conde. 

En 2013 se constituyó como partido y en 2019, en las dos elecciones generales seguidas a causa de la moción de censura contra Rajoy, pasó de tener primero 20 diputados a obtener 52. En la actualidad está siendo catalogado como un partido de extrema derecha, pero a mi parecer es un partido de derechas simplemente, porque el PP sigue sin cambiar el rumbo y sería una alternativa muy similar a la que nos gobierna en la actualidad, unos monigotes de la Unión Europea. Quizás el señor Sánchez tenga tanto miedo de que PP y VOX pacten porque entonces tendrían de verdad un gran enemigo político, y a lo mejor el PP recuperaría sus señas de identidad, perdidas con la corrupción y la falta de iniciativa durante años. Aunque la corrupción está presente en todas las ideologías porque todo el mundo quiere tener poder: ¿Qué tienen en común un antiguo miembro de los latin king, una empresaria madrileña y un entrenador juvenil de fútbol? La respuesta está en los "mass-media".



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