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lunes, 12 de diciembre de 2022

Luis Enrique, crónica de un desastre anunciado.

Puede sonar ventajista hablar a toro pasado, pero la verdad es que el batacazo de aúpa se veía venir. Es muy loable que un seleccionador defienda hasta las últimas consecuencias un modelo de juego determinado; pero no lo es tanto observar que no existe una vía de escape cuando vienen mal dadas, sabiendo que de donde no hay no se puede sacar. Se dice que cuando los resultados son buenos todo el mundo se apunta a un bombardeo, pero que si son malos nos sale el entrenador que solemos llevar dentro: crítico, pesimista y cizañero. Lo que está más claro que el agua es que el ya ex-seleccionador español hizo caso omiso, de modo constante, de las advertencias sobre la idoneidad de convocar a determinados jugadores que no han dado la talla, por una razón u otra... Pero quien acaba rindiendo cuentas es al final quien ostenta el mando. 

El rol de un entrenador o seleccionador consiste en tocar muchas teclas diferentes, pero al final lo importante es el resultado de un partido: se puede jugar bien y perder o jugar peor y ganar; pero es de necios esperar que el conjunto rival no te de sorpresas y no ponga obstáculos para beneficiarse. Como en cualquier juego solo puede ganar uno, que se defenderá con sus propias armas y que a lo mejor tiene un plan alternativo, cosa que no hemos apreciado en nuestra selección porque en mi humilde opinión se ha llevado a futbolistas que solo saben jugar de una determinada forma y no de otra, obviando el vital factor sorpresa si de remontar se trata. Quizás quedé un poco de consuelo al ver que esto se ha convertido en un mal endémico que ha afectado también a otros combinados. 

26 jugadores profesionales fueron llamados para defender la elástica que nos representa, 26 posibilidades y opciones donde poder elegir de cara a una alineación determinada. El problema aparece con el runrún de fondo previo a la constatada realidad de un modelo agotado; cuando ya es tarde para poder arrepentirse y dar marcha atrás, así que a apechugar toca con lo que hay, que visto lo visto no era mucho si prescindes del equipo más o menos titular. Si cuentas con un flamante equipo a tu disposición es para sacarles el mayor rendimiento posible, pero mal empiezas si de esa plantilla vas a utilizar tres cuartas partes como así ha sido. Entonces, ¿para qué son convocados si no van a tener oportunidades de demostrar su valía? Es verdad que desde la pandemia los cambios de jugadores durante un encuentro son mayores, han pasado de ser tres a ser cinco y se producen en las denominadas "ventanas de cambios", pueden ser hasta seis si hay prórrogas. 

Esto ha provocado que los seleccionadores tengan que ampliar sus plantillas, pasando de los 22 habituales a unos 25, y esto ha derivado en partidos anodinos más largos en sus descuentos, con más cansancio y posibilidad de lesiones. Cantidad no significa a menudo calidad, y el señor Martínez debería haberse dado cuenta (dejando presiones federativas y oportunistas a un lado) de que hizo una lista pensando en lesiones y sanciones, pero no calculó cómo se debe actuar cuando tu émulo te concede el balón de forma deliberada, sabiendo que vas a tener que penetrar en un manglar pleno de trampas para las que no estás preparado porque no te han enseñado a manejarte en esas lides, y que además se percibe de manera rápida si tu comportamiento es artificial en tu juego. 

Desde luego no podemos saber qué hubiera sucedido si hubieran ido otros jugadores en vez de éstos, o si el Mundial se hubiera celebrado en verano sin tantos intereses monetarios de por medio. Es triste ver cómo un acontecimiento tan importante se diluye por darse en un Estado alejado de los derechos humanos, con un gran cargo de conciencia a sus espaldas. Lo que sí sabemos es que cuando se trata de competir al más alto nivel la planificación es la circunstancia más importante, sin la misma se corre el riesgo de que suceda lo ya sabido. Pero hay otro inconveniente aún mayor, un equipo no se hace de un día para otro, se debe hacer una actualización en el juego y en los integrantes, sabiendo que los culpables o no de la eliminación en Qatar ya están encasillados y costará verlos jugando en un estilo diferente. 

Lo peor, y quizás hasta peligroso, es que tanto el seleccionador como los jugadores no hayan hecho aún el consiguiente acto de contrición, reconociendo de un modo u otro sus fallos como personas imperfectas y finitas que son. Si bien el seleccionador acostumbra a echarse las culpas a las primeras de cambio (como hizo Luis Enrique después del esperpento de partido ante Japón), se echa más de una vez en falta que los propios jugadores asuman que al fin y al cabo son los verdaderos protagonistas para bien o para mal, y que se equivocan inevitablemente. Pero pocos jugadores son capaces, supongo, de decirle al entrenador que no están en condiciones de participar en un partido por cansancio mental y no físico, ni de decirle al mismo que se equivoca en sus planteamientos. Si lo hacen, como en el caso de Cristiano Ronaldo con Portugal, ya sabes que vas a ser carne de banquillo. 

A colación con esto último, exceptuando los casos del que bebió del elixir de la eterna juventud: Luka Modric, y del que sabe que es ahora o nunca: Leo Messi; no está siendo el Mundial de los grandes veteranos. En este acontecimiento se despide quizás el mayor número de figuras cuyas carreras futbolísticas están proximas a fenecer: los susodichos Messi y Cristiano, que han marcado la historia de la mejor época del fútbol durante los últimos años; el inagotable Modric, que a sus 37 años corre más que algunos de 20; o los delanteros de área con mayúsculas: Lewandowski y Benzemá, que juegan en posición de nueve pero piensan como todo campistas, aunque Benzemá no ha podido ser de la partida de la selección francesa por lesión, y a Lewandowski tampoco se le podía exigir mucho más con el combinado polaco. Como también era pedir peras al olmo que la Gales de Gareth Bale o la Uruguay de Cavani o Suárez llegaran más lejos de lo conseguido. Después están los que aún tienen balas en la recámara, como Neymar o Harry Kane. 

Pero podemos estar tranquilos con el futuro futbolístico mundial, no es que haya mimbres sino realidades que ya nos hacen y harán disfrutar, con sus clubes y selecciones. De hecho el relevo generacional de Messi y Ronaldo ya existe con Mbappé y Haaland, aunque la selección noruega dista mucho de ser una virtual ganadora de una competición importante. Después tenemos una larga lista de jugadores que están destinados a triunfar, por su potencial y su clase: Gvardiol y Juranovic en Croacia; Bellingham, Rashford, Declan Rice y Fodden en Inglaterra; Musiala y Sané en Alemania; Julián Álvarez en Argentina; Amrabat y Bounou en Marruecos; Gonçalo Ramos, Joao Felix y Diego Jota en Portugal; Rodrygo, Vinicius, Militao y Anthony en Brasil; Dembelé, Tchouameni y Camavinga en Francia. Y por supuesto Dani Olmo o Williams en España. 



sábado, 15 de octubre de 2022

El "metaverso" platónico

Al final va a tener razón el gran Aristocles, para los más versados y entendidos: Platón, y existen dos mundos: el nuestro, imperfecto y sensorial; y otro mundo aparte, en el que todo es perfección y buen rollo. Está claro que no tiene nada que ver el mundo filosófico de la inteligibilidad con un mundo híbrido entre la realidad virtual y la realidad aumentada, no coinciden en el fondo pero sí en la forma: la aspiración del ser humano a vivir en un mundo mejor, una huida hacia adelante o una vía de escape por el descontento ante esta realidad que nos angustia, con la que no queremos convivir porque creemos que es la causante de nuestra infelicidad. De verdad vivimos en un mundo tan tóxico o es mera proyección o sensación nuestra que aceptamos sin más? 

Sin duda el sociólogo Zygmunt Bauman dio en el clavo hace unos años con su "modernidad líquida", este concepto nos habla de lo rápido que suceden las cosas a partir de la mitad del siglo XX, lo que nos lleva a un incesante "stress" que no existía antes de este vertiginoso progreso, donde todo estaba regido por una "modernidad sólida" estable. Dicho de otro modo, Bauman refleja dos momentos dentro de esta nuestra modernidad; un momento primigenio, en los albores de la sociología, que Bauman ejemplifica en la catástrofe de Lisboa de 1755, una época donde las fábricas parecen catedrales inexpugnables dando sensación de que el trabajo será vitalicio, lo mismo que el matrimonio (lo del amor es otro cantar), donde las estructuras sociales parecen eternas y el tiempo parece pasar lánguido y lento. 

Y un segundo momento que no tiene nada que ver con el anterior, se parecen como un huevo a una castaña, que según este sociólogo sucede a mediados del siglo XX, es cuando las estructuras sociales de antaño sucumben y saltan por los aires. Desde ese instante empieza a cambiar todo lo establecido socialmente hablando, todo se convierte en una especie de montaña rusa infinita que nos arrastra imparable y que no nos deja momento de sosiego alguno. Y el metaverso es por ahora la gran obra de ese dislate social. Según Bauman, los cambios sociales giran entorno a tres grandes ejes articuladores: el trabajo, el matrimonio y la ciudadanía. 

El concepto del trabajo dignificado para toda la vida se ha sustituido con el paso del tiempo por otro temporal, menos exigente y duradero, en el que puedes trabajar desde donde quieras siempre que tengas buenas herramientas virtuales. Antes la mayoría de trabajos producían algo físico y real, ahora producen cosas imaginativas e intangibles. Respecto al tema del matrimonio, se ha pasado de una ligazón total, vital, incluso estoica, a un mero contrato de alquiler, es más, los papeles lo cambian todo y los hijos aún mas si se usan como arma arrojadiza. Si hay una cosa patente que ha demostrado la pandemia, es que muchas parejas no se soportaban pero tampoco se veían, es decir, no convivían.
 
Tenían o buscaban una sensación de comodidad que se alteró con el advenimiento de un "big brother" en versión light y reducido, que hizo estallar muchas convivencias ficticias. Si un matrimonio, según Bauman, antes era para toda la vida, en la actualidad dependerá mucho de la capacidad de aguante de los contrayentes, de su proyecto común, del buen reparto de roles en el día a día, etc... Pero olvidémonos desde ya de esos matrimonios futuros que llegan a las bodas de oro, aunque por supuesto no se puede generalizar. Como tampoco se puede generalizar en el tema de la emancipación de la mujer y su incorporación al mercado laboral. 

En los últimos sesenta años se han dado las circunstancias azarosas necesarias para que el concepto matrimonial o de pareja sentimental cambie, pero hay una en especial que ha dado la vuelta a todo el sistema: la emancipación de la mujer. En los matrimonios otrora sólidos, la mujer se dedicaba normalmente a las loables y no reconocidas 
labores del hogar y al cuidado de los hijos, mientras que el denominado cabeza de familia se partía la espalda trabajando de sol a sol porque no permitía que su esposa trabajase fuera de casa, aunque sí dentro (pintando muñecas, montando bolígrafos, etc..) con tal de mejorar la economía doméstica. Las mujeres estudiaban, tenían estudios superiores, pero lo abandonaban todo en pos del amor o por el manido "qué dirán". 

Hasta que cierta generación lo cambió todo con su feminismo y su búsqueda de la igualdad total en todos los ámbitos, aunque como observamos el machismo sigue vigente, de hecho muchas mujeres mayores se sienten en cierto modo machistas porque así les fue inculcado desde pequeñas. En cualquier caso, la mujer se incorporó de lleno al mercado laboral y se convirtió de golpe en ama de casa, madre y trabajadora por cuenta ajena, y si el hombre no está dispuesto a hacer los roles correspondientes empiezan las disputas. Una consecuencia de esto es que desapareció el concepto de familia numerosa, pocas parejas tienen más de dos o tres hijos exceptuando familias inmigrantes; la tendencia de la tasa de natalidad ha ido bajando porque la mujer es madre cuando ve que el reloj biológico se acerca, prefiere viajar y ver mundo, trabajar, etc., 

Si hacemos una comparación entre nuestra sociedad y la de los años 50 vemos que los hijos se iban de casa y se casaban jóvenes, tenían descendencia rápido y sus hijos seguían la misma ruta. En la actualidad los hijos se independizan tarde, bien por comodidad, por miedo o por falta de oportunidades; cada vez hay menos matrimonios y más divorcios (concepto inexistente en el matrimonio sólido), y hay menos compromiso también, visualiados en las parejas de hecho o de convivencia. ¿Por qué la firma de un papel lo cambia todo? No hay explicación pero es así. El miedo al compromiso, como dice Bauman, es aterrador, antes las parejas se lanzaban a la aventura sin más, ahora les puede el miedo a que la aventura salga mal, y si hablamos de tener hijos el exponente es creciente al máximo, la sociedad está segura de que si se premiara el tener hijos como en el siglo pasado, las familias aumentarían causando un efecto dominó: siempre que hay "baby boom" las sociedades mejoran pensando en el futuro, como las pensiones, el mayor porcentaje de población activa y el descenso de población mayor de 70 años, digo esto porque nos hemos convertido en una población sobre-envejecida. 

Y es aquí donde enlazo con la razón de ser de este escrito, en el tema de la ciudadanía. Hemos pasado de ser una sociedad sólida en la que todo el mundo se conocía siendo vecinos, a una en lo que las personas han vuelto al Paleolítico, se han convertido en nómadas, una sociedad basada en miedos y prejuicios. Si antes se podía dejar un coche con las ventanas bajadas y el freno de mano quitado por si tapabas la salida a otro vehículo (no hace tanto de esto aunque suene a chino), ahora es cosa impensable porque hay desconfianza. ¿De quien? Tendemos a repartir las culpas con los que han llegado de fuera y en nuestra cabeza rondan términos como etnocentrismo, racismo y xenofobia. El problema es que hemos trasladado esos miedos a nuestros hijos, sobrinos o nietos, gran hipocresía por nuestra parte cuando nuestras generaciones estaban todo el día en la calle socializando y sin importar reloj alguno, nuestras madres ejercían esa y muchas otras funciones. 

En ésta, nuestra sociedad, los valores se han sustituido al modo nietzscheano, no se han perdido pero sí reformulado, cuando oyes hablar a los alumnos entre ellos te da la sensación de venir de otro planeta en el que el respeto y la tolerancia eran otra cosa. Solemos hablar de humildad, dignidad, honor... pero vemos que son sólo eso, conceptos de otra época y nos sonrojamos si observamos los comentarios de las mal llamadas redes sociales, porque la mayoría no cumple las normas. Nos hemos convertido, como asegura Gilles Lipovetsky, en mera sociedad de consumo y de comodidad, de todo lo queremos ya deprisa y corriendo (con pataleta incluída como los niños), falta de autocrítica, de lucha, y de personalidad. 

Y cuando no estamos contentos nos refugiamos en un mundo pasivo aparte, lleno de constructos tecnológicos: redes sociales, videojuegos, y por último el metaverso, mezcla de la película Avatar y el juego de los Sims. Como siempre de ese mundo se puede volver, pero hay gente que quedó atrapada en ese mundo de las ideas para no volver. Nos están idiotozando, esto se parece cada vez menos a esa búsqueda kantiana del "superé aude", no quieren precisamente que salgamos de esa minoría de edad para obtener un pensamiento crítico propio y no en función de los demás, no les interesa. Necesitan una sociedad cómoda en la que las personas sean conformistas, que no luchen, que no piensen, lo estamos pagando los docentes que buscamos la excelencia y la buena preparación de nuestros alumnos. 

Entre el tema de las competencias y los currículum de nueva orden nos están también haciendo caer en ese mundo de Matrix, al final no sabremos cuales son nuestras funciones si la tecnología se encarga de todo y se pierde esa interacción necesaria entre el docente y el pupilo. Los alumnos no deben memorizar, no deben repetir curso, en definitiva, no deben aprender porque estudien o no se les hace pensar que saldrán adelante... A lo mejor en un mundo paralelo, en el nuestro difícil. Estábamos avisados ya de la que se nos venía encima hace tiempo, con obras como las de Asimov, con series de los 80 que nos ofrecía nuestra caja boba o con películas del siglo pasado que la verdad han sido auténticas visionarias. El progreso ha llegado para quedarse, que siga siendo eso o una vuelta atrás ya se verá, solo depende de nuestra capacidad de auto superación. 



jueves, 11 de agosto de 2022

Griñán no es un gañán

Se supone que el abc de la política radica en intentar buscar el interés del prójimo antes que el de uno propio, pero no hay manera de que a los diferentes gobiernos habidos y por haber les entre en la mollera. Lo sonrojante es ver que personajes que robaron cantidades desorbitantes de las arcas del Estado mediante corruptelas flagrantes, quieran pedir clemencia ahora cuando ven que su camino es la prisión. No, señores Griñán y Chaves, esto no es Semana Santa y ustedes no han cometido un delito menor que se pueda expiar caminando descalzos cual cofrades con una cruz a las espaldas. Debieron haberlo pensado antes de cometer el mayor delito que se ha visto en la política española, por repercusión y por cantidad. 

Sí que es verdad que desde la transición han existido diferentes episodios de corrupción, tanto a nivel nacional como en la parcela autonómica, pero ninguno del calibre de los ERE en Andalucía. Y no hay que ser muy listo para observar que no hay ideología que se libre de la corrupción, de uno u otro modo. La pregunta que surge aquí es, entre otras muchas que vienen a continuación, ésta: ¿Por qué los licenciados en Ciencias Políticas, en su mayoría, deciden irse a la empresa privada y no desean dedicarse al desempeño de la política? Una razón son, por supuesto, las grandes ganancias a obtener y el poder librarse de los quebraderos de cabeza que devienen de la gestión de los problemas de miles de personas. 

La siguiente cuestión se emplaza en el número de habitantes afectados por la gestión política; no se puede gestionar igual un pequeño pueblo, una ciudad media y una metrópolis. En una pequeña localidad, la persona elegida sabe que si sus acciones favorecen a la mayoría podrá tener un mandato extenso y que ideologías aparte todo el pueblo estará de acuerdo en su reelección. Aunque ha habido algún caso, es donde menos corrupción existe porque todo el mundo se conoce y puede existir revanchismo a posteriori. En una ciudad media, de unos 50.000 habitantes aproximadamente, todo depende del don de gentes del candidato o candidata, pero la corrupción ya empieza a asomar inevitablemente cuando el cargo electo dura más de una legislatura y los montantes de dinero empiezan a ser importantes. 

Si hablamos de una ciudad de seis cifras el asunto se pone peliagudo, las cantidades ya son desorbitadas y la corrupción asoma desde el principio. En la actualidad, los cargos políticos tienen que lidiar, entre otros, con dos problemas inherentes en sus funciones: el primero, ser conscientes de que quieran o no han de gobernar para una multitud, y muchas personas que no te han votado van a mirar tus acciones con lupa; el segundo, el peligro que significa tener que deber favores en política, y que si quieres obtener el poder has de estar dispuesto a vender tu alma al diablo. Al final del mandato, de esos cuatro años, la sanción o la aprobación van a depender de la cantidad de personas que han sido favorecidas por tus decisiones. 

Si sumamos el total de los diferentes casos de corrupción política que siguen avergonzando a nuestra sociedad, deberíamos llevarnos las manos a la cabeza al ver que supera los 125 billones, sí billones con b, de euros. Aparte de los ERE de Andalucía, otros casos mediáticos de diferente divisa fueron FILESA, Gürtel, Grand Tibidabo, Pretoria, Palau, Malaya, etc;. Parece que estar adscrito o adherido a la picaresca sea la norma, es lo primero que aprehenden y aprenden los que deberían estar guardando las espaldas de la ciudadanía en vez de mirarse el propio ombligo. Es como si en su naturaleza, genética, carácter, etc; ya llevaran inserto el ser corrupto o corrupta, y hasta lo vieran como algo normal porque el ser humano no deja de ser un ser egoísta antes que social, a pesar de que muchos contractualistas nos intentaran hacer pensar lo contrario. 

Pero pensar que esta corrupción es un concepto que solo atañe a la clase política es un craso error. Cuando en los mass-media se habla de algún posible caso, y teniendo en cuenta de que ahora se es culpable hasta que se demuestre lo contrario, ese es un síntoma de la podredumbre social. Cualquier atisbo de corrupción y conceptos derivados de la misma: soborno, testaferro, malversación, comisiones, hombre de paja, fraude, dinero negro, sobres, prevaricación, nepotismo, etc; se inicia en la parte baja de la pirámide social, pero no es observable hasta que los problemas causados no tienen remedio, y el dinero ha pasado ya por las manos de los funcionarios, contratistas, sindicatos.. Está claro que las órdenes siempre vienen de arriba, como sociedad jerarquizada, pero hasta que el asunto no les salpica no empiezan a caer las fichas de dominó, empezando por el eslabón más débil como es menester. 

Pero tampoco, como en cualquier ámbito social, se puede generalizar y decir que toda la clase política es corrupta. En cambio se podría decir, y esto es algo inadmisible pero sucede, que muchos políticos con estudios son corruptos, poderosos y poco dados a la empatía. Si comparamos a un gañan, un albañil, un docente, una peluquera, etc; de una aldea que tenga como función ser alcalde o alcaldesa, y muchas veces sin remuneración alguna, con un edil o concejal de una gran ciudad, la diferencia es muy clara. El alcalde o alcaldesa de una aldea se dejará la piel para que la economía de su localidad se mantenga, evitando así la fuga de vecinos a municipios más grandes; pero para ello ha de hacer encaje de bolillos con presupuestos míseros y con carencias fundamentales en hostelería, cajas de ahorro, sanidad, infraestructuras varias.. y a veces con la dependencia infame de algún ayuntamiento vecino. 

En cambio, un edil de una gran ciudad al principio tendrá muchas ideas que aportar, castillos en el aire y cuentos de la lechera sobre todo, pero en última instancia acabará cayendo en las fauces de la comodidad, del apoltronamiento, y de la corrupción. Y digo edil porque en una aldea un alcalde no tiene nómina y actúa por amor al prójimo, y si existen concejales es ya una suerte; pero en una gran ciudad no creo que por amor al arte nadie quiera ser representante del pueblo, y menos alcalde, como cuando se pregunta en un claustro de profesorado si alguien se postula para formar y formar parte de un equipo directivo. Dicen que el dinero lleva al dinero y en este caso más, me gustaría, y creo que nos gustaría saber, cuántos concejales de una ciudad media, con grandes partidas presupuestarias, harían su cometido gratis; creo que la respuesta sería notoria y vergonzosa. 

Para subsanar el problema de los municipios más pequeños hay un camino: municipalismo y auto-gestión, que puedan ser autosuficientes sin tener que pedir permiso por todo a un núcleo de población más grande, para ello han de ser conscientes de sus recursos y administrarlos de manera coherente, y si tienen alguna empresa emblemática intentar explotar su imagen lo mejor posible de puertas hacia afuera. Es el problema que tenemos y por eso existe la España vaciada; si un pueblo tiene 500 habitantes, sin buena conexión alguna por tren o carretera, sin infraestructuras ni industria, y sin nada que ofrecer como hospedaje rural, entonces ese municipio está próximo a su desaparición. Si en Estados Unidos cualquier localidad que pase de 2500 habitantes es considerada ciudad, en España esa ratio es a partir de 10000. Así observamos que importa o debería importar más la calidad que la cantidad; si una ciudad tiene 15000 habitantes pero mucha industria, tendrá más repercusión que otra ciudad de 30000 habitantes con pocos servicios, es geografía económica de cajón. 

Volviendo a la cuestión que se trata aquí, nunca he visto a ningún político o política, hasta este caso del ex-presidente de la Junta de Andalucía, que pidiera clemencia de manera tan clara y penosa, cual reo en el patíbulo, se le podría decir "a llorar a la llorería". Jordi Pujol, Mario Conde, Julián Muñoz, los del caso GAL, Fèlix Millet, Otegi, los del 1 de octubre.. y así una larga lista de más de 10000 personas han obtenido el indulto, o han cumplido parte de su pena para salir libres después, en los diferentes gobiernos de uno u otro signo. Si la gente como Griñán fueran gañanes y no truhanes, otro gallo cantaría, pero no se pueden perdonar estas ofensas o afrentas hacia la ciudadanía: si una persona roba para comer, hasta se puede perdonar; si un representante del pueblo lo hace, debe cargar con todas las consecuencias de sus acciones, pedir perdón y devolver lo mangado, pero la cuestión del indulto solo debe existir en el imaginario de nuestra tradición, no para perdonar lo imperdonable como si hubieran roto un simple vaso... cuando en verdad rompen y menoscaban nuestra convivencia. A ver si aprenden y aprendemos. 





domingo, 24 de julio de 2022

¿Dónde quedó la resiliencia?

La verdad es que no sabe uno ni por dónde empezar con tantos focos y fuegos abiertos, con tanto pirómano suelto y tan pocos apagafuegos, y no es una metáfora porque España está ardiendo, literalmente; lo triste de la cuestión es que las llamas llegan también a lo político, debería ser tiempo de apaciguar y calmar, pero no lo es. No lo es porque este gobierno bicéfalo errante, en sus dos acepciones, está dando bandazos y se preocupa más por guillotinar a los supuestos culpables de la debacle andaluza que de hacer algo por nuestra tierra. Y lo más jocoso es que tanto socialistas como "morados" están realizando los cambios de cromos a la vez como si existiera telepatía política, así que se les ve bien el plumero. Y mientras tanto las hienas secesionistas, como siempre y en diferente grado, se siguen aprovechando como carroña que son, igual que hicieron con Scar en el "Rey León".

Yendo al grano que es gerundio, debemos hablar de la gran cantidad de incendios que están asolando y desolando nuestro país. Hay que aprender mucho de los cuentos y en mayo ya estábamos avisados de la que se avecinaba, pero no se hizo ni caso y el "lobo" vino sin avisar, como suele pasar. En todos los programas y panfletos políticos últimamente el punto estrella es el del medio ambiente, pero cuando se está en el poder se aplica lo de "donde dije digo, digo Diego". Lo repugnante del caso es que las promesas están para cumplirlas, no para enviar ingentes cantidades de dinero y armas a un conflicto sobre el que tenemos falta de información, pero sí hartazgo por las consecuencias para nuestros bolsillos; ni para achacar este desastre veraniego al cambio climático solamente, ésta es una excusa vaga y vana que alumbra de pleno la falta de transparencia de este desgobierno. 

Se dijo que no se usaría energía nuclear por su alto índice de contaminación, pero de golpe y porrazo dicha energía se convierte en verde y se apuesta por ella como si fuera un descubrimiento. Se supone que un gobierno que apuesta por las energías sostenibles y renovables debería aprovecharse de los poderes de los dioses Eolo y Apolo, pero más lejos de la realidad imposible, porque importa más que un pájaro se empotre contra un aerogenerador que nuestro bienestar personal y colectivo, en cuanto a las facturas de luz y gas se refiere cuando nos hacen temblar de emoción al verlas en el buzón. Por no hablar del precio de la gasolina, que vive en vaivén constante mientras el precio del barril se ha mantenido constante, y no precisamente al alza como se piensa, cuando le damos vitaminas al vehículo nos dan ganas de ir todos en bicicleta, más barata y más sana, pero no somos todos Van Aert o Van der Poel para hacernos 200 kilómetros cada día, y menos a pleno sol. 

España ha tenido, y tendrá, diversos desastres medio ambientales, a bote pronto y dejando de lado lo de este verano, hay un caso que nos hizo pensar que al final no dominamos a la naturaleza como pensamos desde el neolítico, sino al revés: el Prestige. Fue un error garrafal no detener inmediatamente al capitán de dicho barco para que no sucediera el irremisible daño posterior a nuestro ecosistema marino. Lo que está más claro que el agua es que no aprendemos; se dice que el ser humano es el único animal que puede tropezar dos veces con la misma piedra (aquellas campañas de la DGT de antaño), pero se ve que aquí eso lo tenemos como norma habitual. Hay un concepto que desconocía hasta hace unos años, y que es vital ahora mismo: el concepto de "resiliencia", que si analizamos concienzudamente brilla por su ausencia en la actualidad.

Si atendemos a la definición de resiliencia, podemos decir que es la pura anticipación ante lo contingente, es decir, ante lo que puede o no suceder. Si aplicamos este término a lo que nos concierne podemos hacerlo en unos cuantos casos: resiliencia es quitar poder a los terratenientes para que el ganado pueda hacer labores agrícolas mientras pasta, como hacer de cortafuegos naturales; resiliencia es dejar actuar a los cazadores para que controlen las plagas y no que campen a sus anchas los peligrosos jabalíes como sucede en Barcelona (que se lo digan a su alcaldesa a ver si le entra en la mollera y decide salir de su poltrona); resiliencia es destinar dinero a erradicar los roedores y controlar las plagas de insectos en invierno, y no empezar en verano cuando el problema no tiene arreglo, como sucede en primer caso con las ratas en Barcelona y en segundo término con las cucarachas en Valencia.

Resiliencia es limpiar los cauces de los ríos, arroyos y rieras (que es lo más peligroso porque solo llevan agua en otoño, y nada durante el estiaje), y hacer entender a la gente que aparcar en lo que es un cauce seco es mala idea y que tu coche puede acabar en el mar (que se lo digan a los de Vilassar de Mar); resiliencia es que no exista precariedad y sí mejor preparación en el gremio de agentes forestales y bomberos, para que no haya pérdidas humanas como ha habido estos días; resiliencia es, en resumen, mejorar los protocolos de actuación en caso de incendios, inundaciones, vendavales, etc; porque nos podemos anticipar, en el caso de un terremoto no porque no sabemos cuando va a suceder exactamente. 

Pero como del dicho al hecho hay un trecho, nos encontramos con lo contrario, con una falta de sensibilidad y resiliencia política apabullante. Se preocupan más de tener contentos a los hooligans de lo "anti": animalistas, vegetarianos y demás, que son opciones muy respetables pero que son irrespetuosos con el prójimo a su vez. Se meten en jardines que al final repercutirán en nuestra economía personal, como penalizar a los bancos y a las eléctricas. Quieren ganar puntos y votos, como si ya hubiera empezado la campaña para dentro de 18 meses, mediante medidas como la gratuidad de los abonos de tren a nivel estatal, pero a su vez obvian que hace falta una cantidad inmensa de personal sanitario y que el virus sigue vigente. Mantienen en sus cargos, a toda costa, hasta que el tufo los acorrala, a maestros de la corrupción, y luego si te he visto no me acuerdo, hay ya más cadáveres políticos que municipios. Se regocijan al decir que han de subirse el sueldo porque lo hacen muy bien y que a ver qué harían los otros en su lugar. 

Pero no penalizan a un pirómano que no deja de ser un asesino que disfruta con lo que hace, que es irreflexivo e hipócrita cuando ayuda a apagar lo incendiado, habría que equiparar
su pena a la de violadores, asesinos y terroristas. Mal va un gobierno supeditado a minorías, contrario a la búsqueda del bien común, pero la sociedad ha empezado a despertar del letargo y la bajeza acabará en castigo, de qué tipo ya se verá. Para finalizar, debemos realizar un aparte con el ministro Bolaños, que es capaz de tirarse toda una entrevista criticando a la oposición pero que es incapaz de hacer autocrítica (como su jefe) ni de hablar de medidas en el futuro. En fin, deberían dejar de fijarse en los demás, está claro que tienen miedo y saben que se acerca su fin. ¿Dónde quedó la resiliencia? Desde luego aquí se ha perdido, y tristemente tardaremos en volverla a hallar. 

miércoles, 1 de junio de 2022

"El saber de los necios"

Señoras y señores, sumen pasividad y estupidez y sabrán lo que está sucediendo en Cataluña con la cuestión del castellano y el catalán. El "Conseller d'Educació", que por lo que se ve tiene como función enfrentar al profesorado y crear problemas y bandos, no tiene ni idea de lo que significa y dignifica ser docente. Ahora resulta que este necio y sus secuaces harán oídos sordos a la sentencia que obliga a impartir una cuarta parte de las horas totales en castellano, y, yendo más allá, nos amenaza con enviar hordas de inspectores a hacer controles a las aulas cuales orcos y sancionar a quien cumpla dicha ley; vamos, el mundo al revés. 

No voy a entrar en la cuestión de la importancia del catalán como lengua vehicular más allá de su ámbito territorial, porque cualquiera sabe que, por cuestiones e intereses politicos, es prácticamente nula. Opino que hay riqueza en todas las lenguas que se hablan en nuestro país, véase: castellano, catalán, mallorquín, valenciano, gallego, euskera, bable, castúo.. y alguna más. El saber no ocupa, o no debería ocupar lugar alguno en nuestra sociedad y se debería tratar de sumar y no de restar como quieren los de siempre. Si hacemos un análisis exhaustivo sobre diferentes conceptos, comparando castellano y catalán por poner un ejemplo, observamos que su raigambre etimológica es muy parecida en multitud de dichos vocablos. Y si hablamos del castellano de antaño, las similitudes son meridianas. 

Pero volviendo al quid de la cuestión, los que de verdad saben son los necios, tontos, botarates a quienes les vendemos nuestras almas, de modo voluntario o no, en cuanto a politica se refiere. Estos adalides de la mentira, virtuosos de la retórica, reyes de la hipocresía, se mueven como peces en el agua cuando de jugar con nuestro porvenir se trata; tarde o temprano deberán pagar, unos y otros, el desasosiego, la inquietud, el sinvivir al que estamos sometidos de modo cotidiano y que no tiene visos de cambiar. El gobierno central y el govern català son dos paradigmas de una mala praxis, más acorde con el absolutismo de Hobbes que con el parlamentarismo de Locke; el primero pensaba que un gobierno no debe tener límites para no volver a ese estado de naturaleza primigenio de guerra de todos contra todos, el segundo pensaba que el gobierno es necesario para salir de ese estado de naturaleza, pero al gobierno se le puede y debe sancionar cuando de arbitrariedades y abusos de poder se habla. Juzguen ustedes en qué punto nos encontramos y ante qué tipo de contrato social. 

De verdad que estos necios saben mucho, o eso piensan, unos se hacen los tontos porque han de contentar a los otros debido a sus ínfulas de poder contenidas en pactos antinaturales, y es vergonzoso que quien se hace llamar presidente no sea capaz de hacer autocrítica y sí de realizar un discurso personalista, egoísta, con una enorme falta de sensibilidad y mintiendo como un bellaco. Los otros, los separatistas catalanes, se aprovechan como hienas de que el centralismo esté aprisionado entre la espada y la pared, se vanaglorian de que el poder central les tenga que pedir permiso hasta para ir al lavabo; no se puede tomar decisión alguna sin su consentimiento, el de los secuaces de asesinos y el de los comunistas de bolsillo. Mientras siguen con su cruzada independentista, utópica y trasnochada que no lleva a ningún sitio, salvo en su ideario metafísico irrealizable.

El problema se va a producir en un corto plazo en los centros educativos catalanes, en los que el hartazgo empieza a ser ya de dimensiones colosales ante las actuaciones de esta Gestapo de pacotilla que quiere y no puede coartar nuestras libertades. Y esta insumisión con dicha ley traerá cola: querellas, quejas de padres, disputas entre compañeros... Y por supuesto, en última instancia lo sufrirá el alumnado, porque eso es lo que quieren y necesitan, que exista un rebaño dócil, que formemos a personas sin ningún criterio propio, que fomentemos la incultura y que nadie levante la voz ante las injusticias y atropellos propiciados por una clase política déspota, con falta de empatía y utilidad. 

" El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe de modo absoluto", qué gran razón tenía el señor Lord Acton, y cuánto debería aprender más de uno. 

viernes, 18 de marzo de 2022

El "Boomerang"

Que cierto personaje, que escribe en un diario con inicio de abecedario o de terminología médica, se haga llamar periodista es señal de que la podredumbre ha llegado también al periodismo. Más que nadie debería saber que para todo hay un límite y éste se los ha saltado todos al calumniar vilmente a la comunidad educativa de la que formo parte. Decía Ortega y Gasset que el derecho a opinar es un derecho personal, pero que tiene un gran peligro si se hace con desconocimiento y aversión. No sé cómo este señor, siendo generoso en el apelativo, es capaz de poner a los docentes a caer de un burro mediante tales calificativos como: infames, gandules, barriobajeros, jetas, miserables, egoístas y poco inteligentes. Desde luego debe tener un trauma de su época escolar y estos vocablos son más propios de otras personas que desde luego no se dedican a enseñar. 

¿De verdad nos merecemos esto? ¿En qué se basa esta persona para desacreditarnos de este modo? Para empezar, los docentes no podemos ni debemos impartir clases sin tener los estudios acabados, cosa que usted no puede decir, pero como todos sabemos el sensacionalismo y la mentira venden humo y mucho por desgracia. Solo hay que observar la cantidad de advenedizos arribistas periolistos que hay en la actualidad en según qué cadenas que no aportan nada a la sociedad; y este individuo se supone que escribe para un diario serio, riguroso y de alcurnia. No sé si el término decrepitud se puede ajustar a lo que sucede en parte del periodismo mal entendido, pero el artículo de este barcelonés es un botón de muestra de ello. 

Como he dicho antes, la ignorancia es mala, malísima, y para criticar (que, entérese amigo, viene del griego "krinein", que significa examinar o juzgar) antes hay que conocer y estudiar lo que se dice. Que si somos unos privilegiados, que si somos todos de izquierdas, que si tenemos dos meses y medio de vacaciones en verano y quince días de vacaciones en navidades, que si tenemos una nómina desorbitada, que si bla bla bla... Nunca en mi caso me pondría a opinar sobre el caso de la guerra que tanto nos influye, p.ej, porque me falta mucha información y prefiero guardar silencio, "epokhé" como dirían mis amados escépticos que tan bien nos vendrían ahora,  así que sin conocimiento de causa mejor no hablar y todos contentos. 

Solo le ha faltado decir que adoctrinamos de modo constante y adrede al alumnado, no lo dice porque el orgullo no se lo permite y en el fondo donde había hoguera quedan brasas. Empecemos a desmontar toda la sarta de mentiras que enuncia en su artículo; sobre el asunto de ser privilegiados, creo que un gran error de esta sociedad es permitir que un político sin estudios tenga mayor remuneración que un maestro, y en la categoría de funcionarios de la Generalitat de Catalunya nuestro salario (y digo salario porque a este paso acabamos como en la época de los neveros con la luz a precio de oro) dista de ser equiparable, por decir uno, al de los Mossos d'Esquadra, a esto hay que sumarle los indecentes recortes sufridos con anterioridad y que no se han subsanado, si al menos hubiera más contratación pero ni eso, más bien vamos camino de subcontratación.

Aparte, los docentes catalanes son de los peores pagados si se comparan sus sueldos con las demás C.C.A.A. según recogen diferentes estudios comprobados y contrastados....Y para más inri, nosotros no somos solo docentes, formamos parte de compañías de teatro, venimos del circo, tenemos divanes en clase, nos pagan por horas las compañías telefónicas, hicimos másters con Gates y Jobs, y en última instancia en pandemia jugamos a ser Dr.Jekyll y Mr.Hyde..un poco de seriedad periodística por favor, y de respeto por los que intentamos ganarnos de modo honrado la vida, a otros se la regalan y por eso no son tolerantes. 

Lo segundo, a lo mejor es amigo de los del CIS para asegurar que todo el profesorado es de izquierdas, ni es verdad ni es de su incumbencia, se intenta dejar el ámbito de la política fuera del espacio escolar, exceptuando casos en los que el debate lo requiere: ética, filosofía, historia, etc; pero siempre fomentando el espíritu crítico del alumnado y no aleccionando como se supone. Ser de izquierdas o de derechas no debería ser algo que aporte mucho a la docencia, lo primordial es formar personas para que en el futuro no sean capaces de decir dislates como los suyos. Nosotros les damos las llaves de las puertas y las abren o no, sabiendo de antemano las consecuencias de sus acciones en el futuro, teniendo muy claro que hay temas que son tabú y que pertenecen a nuestra intimidad. Nuestra opinión debe huir de la inducción. 

Lo tercero, tener dos semanas de vacaciones en navidades no es una cosa excepcional sabiendo que muchas empresas privadas tienen los mismos días o incluso más; sobre las vacaciones de verano tengo que decir que un docente realiza cada semana más horas en casa que en el centro educativo, pensará que eso no justifica tener dos meses para descansar; pero los equipos directivos solo tienen uno, en el mes de julio se hacen formaciones imposibles de llevar a cabo durante el curso escolar, y estoy seguro que si nos valoraran más, en lugar de menospreciarnos, laboral y personalmente, otro gallo cantaría.. y los padres lo agradecerían. Supongo que como no se informó antes de escribir esta bazofia sin veracidad alguna, obvió todas las actividades que puede llegar a realizar el profesorado entre junio (a finales), julio y septiembre (principios): evaluaciones, memorias de curso, formación, formar parte de tribunales de P.A.A.U u oposiciones (con la consiguiente carga de corrección), reuniones con profesionales nuevos, etc; así como lo que cuelga entre septiembre y junio: tutorías, claustros, Consejo Escolar y un sinfín de cosas del amplio abanico de posibilidades posibles. 

Señor "Redentor", usted no podría ser docente pero muchos docentes podrían ser columnistas si se lo propusieran. Piénselo la próxima vez que se vuelva un "hooligan" periodístico. La retranca y el sarcasmo no se adquieren, son innatos. 



martes, 15 de marzo de 2022

"El plan"

Va ya para más de 30 años que se instauró cierto sistema educativo que vino para quedarse, pero no para arreglar nada como se ha demostrado a la larga: la LOGSE. Si al principio se trataba de una pequeña remodelación del sistema educativo, seis años después empezó la quimera que ha llevado a la situación actual que estamos padeciendo, en España en general y en Cataluña en particular, y que nos tiene, por así decirlo, rabiosos y hartos. Si preguntamos a la gran parte de la comunidad educativa sobre la inutilidad de la E.S.O, observaremos que el hartazgo es ya de dimensiones mayúsculas, nos intentan tomar por bobos pero van a toparse con un gran muro porque no aguantamos más este dislate o sinsentido. 

 

LOGSE, y sus secuaces consecuentes variantes, no han hecho más que prorrogar y enquistar un problema que ahora mismo tiene difícil solución, nadie quiere dar marcha atrás después de 30 años pero no es de recibo que los institutos se hayan convertido en guarderías por culpa de la desatención y la ineptitud de los políticos, que buscan incesantemente la privatización que lleva a la privación, la privación del alumnado para conseguir la excelencia. Cada vez que escucho los términos "currículum" y "competencias" me echo a temblar porque están provocando que formemos a personas mediocres que no se podrán defender en el mundo real en el futuro si se les da todo mascado, esa cultura del "estómago agradecido" que algunos no sufrimos en nuestra época al no estar contaminados por un continuo e infumable reguero de leyes que atentan contra la educación en vez de sostenerla. 

 

Por esta razón, y por otras de diferente calado, el profesorado catalán (ignoro si sucede ídem en otras CCAA) en pleno se ha visto abocado esta semana a realizar diversos días de huelga y manifestaciones, que al final perjudican al alumnado en general... y al último curso del bachillerato sobre todo por la cercanía de la denostada selectividad. Como profesional de la educación suscribo las razones de dicho paro, por mi espíritu crítico no la realizo porque mi creencia en los sindicatos es nula, al menos por el momento y hasta que demuestren su validez. Tal vez si se autofinanciaran y no se lucraran de los presupuestos generales del Estado, otro gallo cantaría y no serían veletas de doble cara que actúan a merced de los políticos y que sólo ponen el grito en el cielo cuando las quejas son utilitaristas y les afectan de pleno. 

 

Respecto a la otra parte, la parte contratante como diría Groucho Marx, podemos decir que mucho afán de negociar no tiene, la verdad sea dicha, más bien de imponer su voluntad y arrasar con todo lo obtenido cual caballo de Atila. Hace ya un quinquenio empezaron a oírse cantos de sirena sobre los futuros planes de los diferentes "Consellers d'Educació", mal educación sería un término más acorde con estos personajes de los que no merece la pena ni mentar su nombre y apellidos, más bien ignorarlos y verlos pasar como el agua fluye por un cauce. Para empezar: ¿Cómo es posible que el desempeño de este cargo no sea llevado a cabo por un profesional de la educación que nos entienda y apoye?

 

Partiendo de esta premisa no es de extrañar que el actual "Conseller" sea un experto en marketing y que sólo vea números en vez de personas, lo cual muestra el sectarismo y la mala praxis política. Se dan cuenta pero no aceptan que están jugando con el destino de miles de personas, tanto docentes como alumnado. Como también saben que están ahí gracias a la voluntad de los votantes, ahora mismo arrepentidos en parte, y que no pueden hacer lo que les venga en gana. Si se le da la vuelta a la tortilla, nos podemos hacer eco de cierto comentario del listo, o tonto, de turno, que decía que el profesorado y el funcionariado en su totalidad, deberían obtener sus emolumentos por objetivos, esto lo dijo el presidente de una gran multinacional, del sector textil para más señas. 

 

Esto ya demostraba la afinidad entre empresarios y políticos, y también que su utopía intentaba acceder a un coto privado como el nuestro. Tal vez debería ser al revés y son los políticos los que deberían rendir cuentas ante la sociedad y no buscar su interés antes que el del prójimo, así que si se demuestra que un cargo relevante ha cometido un error de bulto se le da puerta y a otra cosa mariposa. Se echarían a temblar ante la tesitura de ser examinados continuamente y que si no actuaran bien perderían su sueldo, y eso exactamente es lo que intentan con nosotros, que funcionemos como empresas y no como educadores, cosa que no vamos a consentir por supuesto. 

 

Así que empezaron su limpieza con las "escuelas de adultos" y los institutos que ofertan "bachillerato nocturno", obligando a ambas modalidades a reformularse y a buscar clientes hasta debajo de las piedras mediante las redes sociales y el boca a boca, competencia suma claro está. Que no sabemos ya si hablamos de educación o de épocas pretéritas de haber sido promotores de discoteca o incluso de ir a puerta fría como un comercial, tal cual. Pero quién avisa no es traidor, y los demás docentes pensaban que esa guerra no era suya y que les quedaba muy lejos en el horizonte, nada más lejos de la realidad porque el plan iba más allá, hasta atacar la mismas líneas de flotación educativa; un caso es el decreto de plantillas, por el cual la dirección de un centro puede decidir, o no, con qué profesionales contar, por entrevista o reclamación, sin tener en cuenta muchas veces su idoneidad y sí la afinidad con el equipo directivo. 

 

Hasta que se ha dicho basta, la gente se cansa de que piensen que son marionetas al servicio de gerifaltes o mandamases que en verdad no sirven para mandar porque tienen cero idea del ámbito que deben dirigir, son robots de la política mal entendida y mal ejecutada. Respecto a nuestras demandas como personal educativo, se podrían reducir a una sola: queremos trabajar sin sobrecarga de horarios, de alumnos, y de burocracia que no nos permite desempeñar nuestra función como desearíamos. En concreto lo que se pide es: que las "ratios" o número de alumnado por clase disminuya (en cierto modo seguimos como hace 30 años), que desaparezca el decreto de plantillas, que se reduzca en el horario el tiempo que realizamos de más y para ello se contrate a más personal, que recuperemos parte del salario que nos congelaron tiempo atrás en plena crisis, que la clase política reconozca que durante la pandemia no se han tomado las mejores decisiones posibles, pero sobre todo que den marcha atrás en el asunto del nuevo currículum y calendario. 

 

La cuestión del currículum trae miga porque hace perder peso, por ejemplo, a la filosofía en pos de la religión. ¿No se supone que los centros educativos son laicos? Pues no, supongo que en parte para contentar, como decía Stuart Mill, a la masa de inmigración que en según qué centros forma casi la mitad del alumnado. Pienso que la cultura religiosa es cosa de iglesias y mezquitas, y soy creyente que conste, pero no acepto la hipocresía de lo políticamente correcto o incorrecto. Además, filosofía pondera en selectividad y se trata de ser práctico. Por otro lado, el nuevo currículum deja entrever que puede existir una externalización educativa en el futuro, dicho de otro modo, aparecen por arte de birlibirloque unos módulos que, como sucedió en las escuelas de adultos, provocan que si los docentes se niegan a impartirlas por miedo y falta de preparación, vendrán empresas sin nexo educativo alguno a realizarlas. 

 

Por último, y no por ello menos importante, está la cuestión del calendario, que esconde detrás de una somera búsqueda de la conciliación familia-escuela alguna oscura razón de ser. Eso provocaría la irremisible desaparición de bachilleratos nocturnos si se hace horario partido, sin tener en cuenta que el alumnado estaría más disperso y desconcentrado después de la hora de la comida. Daría lugar a un gran dispendio económico porque se debería ofrecer servicios de catering en los centros o buscar algún espacio que hiciera funciones de comedor. El Departament nos pone el anzuelo para ver si picamos, diciendo que en junio estarían todas las plantillas cerradas, que ningún docente haría menos de media jornada, etc.; no se lo creen ni hartos de vino. Lo que es meridiano, claro y distinto cartesiano, es que el adelanto del calendario es sinónimo de hacer las cosas deprisa y mal. La semana y poco que se suele tener antes del inicio de curso se usa sobre todo para reuniones y solucionar problemas en los departamentos en los que ha habido cambios de personal; porque la preparación de clases se hace en verano, no se puede esperar a última hora nunca en ese aspecto. 

 

Muchas pretensiones tenemos, a ver hasta dónde llegamos y qué conseguimos. Desde luego luchar, lucharemos. 


domingo, 13 de febrero de 2022

Falsa equidad

Parece que es peor el remedio que la enfermedad si hablamos de nuestro amado u odiado balompié, y más en este caso cuando el remedio está causando tal galimatías que nadie se aclara. Aunque no es cuestión de buscar culpables sino de hallar soluciones, en este caso las culpas se deben repartir entre dos actores: los árbitros y la tecnología. En los últimos tres años y pico han sucedido dos acontecimientos, no coincidentes, destinados en teoría pero no en la práctica a mejorar el desempeño del llamado deporte rey: la profesionalización de los trencillas y la implantación del asistente de videoarbitraje, más conocido como VAR, aunque en orden inverso. 

Primero apareció el VAR, una herramienta digital que tenía, y tiene, como función hacer de gran hermano y arribar donde la visión del árbitro, los jueces de línea y el cuarto árbitro no llegaba. Pero lo que estaba en disposición de ser un buen ingenio se convirtió pronto en una pesadilla, por las constantes malas interpretaciones del juego, primero, y por la desidia de quien debe repartir equidad, después. Este novedoso invento llegaba para intentar que el fútbol fuera un deporte más justo y que repartiera justicia por igual a todos los equipos, pero la verdad es que nadie está contento con su implantación. Y si comparamos el funcionamiento de esta herramienta con otros países, podemos decir sin rasgarnos las vestiduras que la misma no ha ocasionado ni la mitad de polémicas que aquí. 

Pero, ¿Qué función tiene, aparte de sumar dos árbitros más a la ecuación, este asistente de videoarbitraje? Lo podemos reducir a esta afirmación: hacer la vida más cómoda a los colegiados. La cuestión es que, después de tres años largos de andar y desandar camino, aún no hay unanimidad sobre los casos en los que el árbitro debe actuar por sí mismo o debe hacer caso de ese "ojo que todo lo ve". En principio, el VAR estaba destinado a revisar acciones como: fueras de juego dudosos de verdad cuya consecuencia afectara al resultado, decidir si un lance es tarjeta amarilla o roja dependiendo de la peligrosidad inadvertida en primera instancia por el árbitro, equivocaciones en el dorsal de un jugador amonestado, uso indebido de las manos en el área y agarrones en la misma, etc., 

Pero este invento no puede, o no debe, entrar a valorar si una acción es penalty o no porque depende de la interpretación del árbitro; si una acción es falta o no, a no ser que acabe en gol y haya que anularlo por falta previa al inicio de una jugada anterior sin interrupción; o estar pendiente del tiempo efectivo de juego para añadir más o menos tiempo, aspecto éste que parece cachondeo puro porque cada uno hace lo que le viene en gana. A esto hay que sumarle la tecnología del ojo de halcón como en el tenis, para observar si el balón entra o no en las mallas, pero hasta esto falla a veces. Lo irrisorio del caso es ver que los "invidentes- asistentes", con perdón de los invidentes de verdad, son capaces hasta de medir una jugada dudosa con una regla si no lo tienen claro, y ponen imágenes que no resuelven nada y enfurecen a los aficionados. 

Respecto a los colegiados españoles, se suponía que si se convertían en profesionales su preparación mejoraría ostensiblemente, a lo mejor en un planeta paralelo podría ser pero no en el nuestro, y menos cuando la tecnología los ha abducido y acomodado. Está claro que el VAR ha provocado una infantilizacion arbitral, están más pendientes de las decisiones del VAR que de las que deben realizar; es como cuando el pupilo sale al encerado a realizar una ecuación y está mirando de reojo al docente para percibir su aprobación o desaprobación. En cualquier caso esto está provocando que algunos partidos tengan casi la duración de uno de baloncesto o que se anulen goles cinco minutos después de haber sido en principio dados como correctos; vamos, un guirigay constante y confuso. Antes sabías de antemano la duración de un partido, ahora lo dejas en manos de la Divina Providencia o el azar y rezas para que al final nadie se lesione o se produzca algo raro en las áreas, porque lo mismo te vas antes del estadio pensando que está el resultado resuelto, valga la redundancia, y al llegar a casa te llevas una sorpresa mayúscula. 

Esperemos que se pongan de acuerdo de una vez, la justicia ha de ser ciega, imparcial, equitativa, distributiva, etc; y la tecnología debe ayudar en vez de estorbar. Mejor dicho quien la usa, hay que dejarse de medias tintas y no mirar el prisma cada uno según le convenga. Sino más vale la pena volver al fútbol en esencia, más valía lo malo conocido que lo bueno por conocer. 
 

sábado, 12 de febrero de 2022

"Mediocridad y excelencia"

Si atendemos ahora al significado del término mediocre, sería algo parecido a éste: "Aquel o aquella persona que no tiene un talento especial o no tiene suficiente capacidad para la actividad que realiza", pero esta definición se queda corta o no deja de ser un eufemismo, creo que habría que sustituirla por: "aquella persona que no sabe hacer la O con un canuto". Pero si vamos más allá, en su etimología latina de "mediocris", ser mediocre es ser persona común o vulgar, y tiene como sinónimos el ser mezquino, ruín y que realiza un esfuerzo mínimo en el desempeño de sus funciones. Si Joaquín Sabina decía en una canción: "Pongamos que hablo de Madrid", cambiamos lo segundo para hablar de los políticos. 

Y es que en la clase política se ha instalado definitivamente la mediocridad, y la excelencia brilla por su ausencia. Tanto monta, monta tanto, un partido como otro, lo peligroso es ver como se juegan a los chinos nuestro porvenir. Mediocre es el que se enfrenta a los ganaderos y luego se pone ciego de venado; mediocre es el que es capaz de errar tres veces (las mismas que negó Judas) en una votación sobre un tema que les parece baladí sin serlo, como es la reforma laboral, y que traerá cola seguro; mediocres son los que se saltan las reglas de partido y no aceptan luego el castigo; mediocre, la que más, es la que posibilita un decreto para subir el salario mínimo interprofesional pensando que el dinero cae de los árboles, que todos los trabajos son iguales e inevitablemente provocará la subida del paro irremisiblemente al contrariar a la patronal; mediocre es la persona que ha vendido cual Fausto su alma al diablo y ha consentido que psicópatas con utopía exacerbada estén cerca de sus familias para ser jaleados. Y la lista no tiene fin. 

Pero lo que se pasa de castaño oscuro son los pactos políticos, que poco se parecen al "pacto o contrato social" primigenio. No sabemos qué pensarían Hobbes, Locke o Rousseau al respecto, antes de nada los dos primeros le darían un puntapié al fiestero para sacarlo de Downing Street, Rousseau estaría más tranquilo y se daría un garbeo por los jardines de Versalles o por Berna. En cualquier caso estarían horrorizados con lo que sucede aquí: pacto cuando quiero y donde quiero con tal de perpetuarne en el poder. Lejos está el concepto de Estado en España del Leviatán de Hobbes, más cerca está de ese Estado de naturaleza de guerra de todos contra todos, ese "homo hominis lupus est". "El hombre es un lobo para el hombre", frase acuñada por el comediante Plauto, que influyó mucho en Hobbes, y que refleja ese carácter individualista, egoísta y violento del hombre; otrora en un nivel pre-social, ahora en otro incalificable porque ya no se sabe si estamos en un período de evolución o involución, que cada quien piense lo que quiera. 

Si hablamos de Locke, estaría indignado con la versión 3.0 de su concepto de "propiedad privada", que se lo digan a la multitud de personas que con el sudor de su frente lucharon para tener una segunda residencia que en pandemia no han podido disfrutar; resulta que cuando acaba nuestro encierro, forzoso y coartado, se encuentran su segunda propiedad tapiada y habitada, todo ello merced a mediocres personas; por mentar dos sin hacerlo, uno que ya se ha largado a la francesa después de lucrarse, pero que ha dejado a la rémora de su ex de ministra, y otra que hace de alcaldesa pero que en su pensamiento aún quedan brasas anti-sistema. 

Respecto al concepto de "voluntad general o soberanía popular", Rousseau pensaría que dar el poder a estos mediocres es como dar margaritas a los cerdos, y se preguntaría probablemente cómo es posible que esa voluntad general se haya devaluado tanto, y se busque siempre el bien propio en vez del utilitarismo social.  Quizás quien esté más contento es Maquiavelo... el fin, su fin, justifica los medios, sus medios. La esperanza es que entre tanta mediocridad se aprecian brotes verdes de excelencia, que llegue a buen puerto depende de ser fieles a su personalidad y no dejarse llevar por el derrotismo, la negatividad... y la mediocridad. Excelencia y mediocridad son vocablos reñidos, condenados a desentenderse, pero se supone que es más difícil pasar de lo segundo a lo primero, dudo mucho que un mediocre llegue a lo máximo sin saltarse las normas morales y legales.