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domingo, 11 de febrero de 2024

Ya lo decía Revilla..

Hará unas dos semanas Revilla volvió al programa de Pablo Motos y lo primero que aseguró en el Hormiguero fue decir que habrá elecciones en un año, vamos que el de la poltrona no agota legislatura. Desde luego el cántabro debe tener una varita mágica o una bola de cristal, porque lo que ha sucedido después no tiene parangón, por lo inesperado y por lo previsible. Lo previsible era que la pantomima de ley de la amnistía se quedase en un intento, almenos de momento y esperemos que se quede ahí cual bosquejo extraviado de un guionista en su gaveta. Lo inaudito, en cambio, ha sido que los mismos secesionistas se peguen un tiro en el pie con sus pataletas de niños consentidos que no han obtenido su deseo, contrariando a sus interesados socios, y a sus enemigos independentistas, al votar en contra de su propia ley porque sino la mala copia de un gobernante no puede volver de su vergonzoso exilio.

Desde luego, el sanchismo anda preocupado, mucho, porque le llueven los varapalos, judiciales y europeos (lo de Europa merece capítulo aparte como veremos). La judicatura de este país es lo menos parecido a la idea primigenia del poder judicial en su concepción de la separación de poderes; si no limpias y permites que haya roña, la suciedad no saldrá ni con lejía. Y en el momento que dejas que el poder legislativo se pasee como Pedro por su casa por otros lares, los jueces están vendidos y pierden esa imparcialidad que tanto pregonan y defienden. El estamento judicial anda desunido y desnortado, no sabe si seguir sus consecuentes directrices o bailarle el agua al inquilino de la Moncloa. Y si hablamos de la amnistía, esto se asemeja a un videojuego en el que se van subiendo niveles para llegar al fin, sine die, al juicio final, pero sin "San Pedro".

Mientras ellos juegan en el patio de colegio del Congreso, nos suceden cosas, muchas diría, a los ciudadanos; y ellos nada, a lo suyo, "a mí me la refanfinfla", piensan. Pero no tenían en mente que los agricultores se iban a "plantar" con sus tractores en las grandes ciudades después del bloqueo del martes pasado; al final los perjudicados siempre los mismos, los de a pie que no pudieron ir a trabajar o llegaron tarde (como es mi caso) a sus quehaceres, primero voceas por el enfado y después te das cuenta de que los están exprimiendo. Pero esto es el final, por el momento, de una larga seguidilla; ya hace meses que los sanitarios se quejan de la falta de efectivos y de sus condiciones laborales, ya hace tiempo que nos dijeron que los precios bajarían y tenemos, por poner un caso, el aceite a precios desorbitados (y nos engañan porque las almazaras están llenas de ese verde producto), y suma y sigue, hasta en la cuestión de la sequía se está actuando mal. Y aquí entra en juego Europa.

Formo parte de esa multitud de personas nacidas antes del advenimiento del euro como moneda única, y pienso, sin decir barbaridad alguna creo, que en este caso cualquier tiempo pasado fue mejor, y que los tiempos de la peseta no estaban mal. Viendo las imágenes de las fronteras francesas repletas de camioneros paisanos sufriendo los ataques de las hordas de los "fermiers", el imaginario nos lleva a los años ochenta y nos produce desazón pensar en que, como el pensamiento nietzscheano, el eterno retorno está en constante boga; no como segundas oportunidades sino como la expresión máxima y rotunda de que chocamos dos veces, y..."lo que te rondaré, morena", con la misma piedra, gala para más señas. Esto demuestra que al final nos podemos sentir europeos, pero queremos salvaguardar nuestro bienestar antes que el del vecino. Podemos criticar las actuaciones de los agricultores franceses pero si pensamos más allá observamos que estamos en el mismo barco.

Ese barco es un frente común para luchar contra los constantes ataques del norte de Europa hacia los países del eje mediterráneo, no hay respeto y al final esto tenía que pasar. Que los trabajadores del campo español hayan dejado de trabajar una semana para quejarse de la impunidad y desfachatez de la Unión Europea en políticas agrarias, da fe de que la idea originaria de dicha unión ha desaparecido, y ha desaparecido porque una pieza vital de su construcción, por ejemplo, atisbó lo que iba a suceder y se marchó a la inglesa con su Brexit; si en un principio hubo hasta arrepentimiento, tiempo ha que no se escucha grito alguno de desconsuelo británico. Pero está claro que a los países mediterráneos: Portugal, España, Italia, Grecia, incluso Francia, los siguen ninguneando; y como decía aquel articulista llamado Ortega y Gasset: "Somos europeos pero no tenemos conciencia de serlo".  El sustrato europeo existe, y formamos parte del mismo, pero en Europa hay una latente lucha en el tablero de ajedrez: en un lado Roma y en el otro los bárbaros, el vino y la cerveza, las termas y la sauna..seguimos igual que en la antigüedad.

Las reclamaciones del campo español, que coinciden con las de nuestros vecinos, son de diferente calado, pero hay una que desgraciadamente no depende solo de autoridades sino de contingencias climaticas: el tema de la sequía. Da igual que se hagan protocolos mil, que no se bajan del burro cuando de ostentar el poder se trata; el que está arriba no quiere perder, y las energías renovables van en contra de su modo de pensar. Podemos entender que por ese motivo los precios estén de mírame y no me toques, pero lo que no es de recibo es que nuestro gobierno diga amén a una retorcida ley como es la del bienestar animal; el otro día oí en la radio, a un defensor de esta ley, que los cerdos deberían tener espacio para jugar, así que los pájaros disparan a las escopetas, es inadmisible lo de esta cultura de lo anti y del buenismo. 

Pero si hay algo grave de verdad en este tema del conflicto entre agricultores y administración es el de los intermediarios, que compran a precio de saldo y venden a precio de oro. ¿Quién está detrás de este contubernio para que los agricultores se hayan puesto en pie de guerra? Tal vez la idea de la caravana tractorista no se hubiera llevado a cabo si la administración tuviese más mano izquierda y se hubiera reunido con los adalides del campesinado, pero cuando lo quisieron hacer ya era tarde y provocó lo que provocó: colas interminables en la red de carreteras, enfrentamientos con la población que están de su lado en el fondo pero no en la forma, agresividad con las fuerzas del orden (que están para algo y para alguien), y también un efecto llamada como pasó en Barcelona con la cantidad de personas que fueron a mostrar su empatía con la "pagesia". 

Pues detrás de toda está frustración y falta de entendimiento están diferentes actores en diferente grado. En el primer escalón están países como Dinamarca y Holanda, si hacemos memoria podemos recordar que Sudáfrica fue colonia inglesa (los ingleses se quedaron con los recursos minerales) y holandesa (el control de toda la agricultura fue suyo). Así que si un agricultor ve que aquí se venden naranjas sudafricanas, por poner un ejemplo, es normal que ponga el grito en el cielo ante tal ignominia y que se le pase por la cabeza llevarse por delante el género de tal o cual gran superficie o vehículo (como ha pasado con los camiones con tomates marroquíes). Aquí entramos en el segundo escalón: las cooperativas, las multinacionales, las grandes superficies y los fantasmas intermediarios que engrosan el precio desde que sale la materia prima del campo hasta que llega al consumidor. 

Por último están los propios agraviados, agricultores y consumidores, que según ese eterno retorno cada vez vemos más claro que hay que ponerse una obligación: volver a cimentar un mercado de proximidad como el de antaño, y huir de la comididad si de nuestra salud y bolsillo se trata, solo así dañaremos al gigante poderoso. No pongo en ningún caso a los políticos en este engranaje porque solo demuestran ser títeres miedosos y mentirosos, que ahora intentarán apaciguar a los campesinos con migajas, lo que acabará en algo peor la próxima vez sí se suma el sector del transporte a la protesta. En fin, no descartemos una huelga general oteando el horizonte. Al final la solución es clara, o hay entendimiento entre los bárbaros ( Holanda, Dinamarca, Alemania, etc;) y los romanos (Italia, España, Grecia, etc;).. o cada uno por su lado y vayan todos con Dios.

Como decía Giuliano Andreotti: "No desgasta el poder, lo que desgasta es no tenerlo".