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martes, 24 de agosto de 2021

Estupidez supina

El título de este artículo le va ni que pintado a la desatención que este gobierno está teniendo con la población, el gobierno está "missing", no está ni se le espera, empezando por el mastuerzo que nos está llevando hacia un precipicio sin marcha atrás. Solo cabe esperar, y es descorazonador, que el tiempo vuele y vengan tiempos mejores, porque lo que viene es desolador. A pesar de la falta de coordinación/cohesión en el tema de las vacunas, ya se está llegando al deseado 70%, en sí es buena noticia pero con otro tipo de gobierno seguramente rondaríamos el 90%.
Pero esto es un suma y sigue, y los problemas se amontonan sin paliativos.

Si nos referimos a la incesante subida de la luz, es vergonzoso observar que, pudiendo nosotros producir más y mejor, tengamos que solicitar la energía a países como Francia o Suiza, y lo peor es que la gran apuesta por las energías renovables no se está llevando a cabo. Puede ser una consecuencia o efecto de peajes que hay que desembolsar por errores de legislaturas anteriores, pero es indudable que quien tiene que coger el toro por los cuernos es quien está en la palestra, y no pensar ni recurrir a fantasmagoría pasada inactiva. Es triste la situación de quien, si antes no podía tener acceso a los servicios mínimos de suministros de luz y gas, imagínese ahora con la luz a precio de caviar,  es deleznable.

Otro tema de relumbrón es el precio de la gasolina, primero nos dijeron que los coches diesel van a desaparecer en pocos años y ahora que en 20 años no habrá coches que no sean eléctricos, dudo que cualquier españolito se lo crea a pies juntillas; máxime cuando el número de estaciones con carga para coches eléctricos es por el momento ínfimo, y que la distancia que pueden recorrer esos tipos de  automóviles es mucho menor que uno con gasolina o gasoil. En cualquier caso es inadmisible ver un decalaje de más de veinte céntimos por litro, en el caso del precio de la gasolina, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se encuentre uno. Las gasolineras que dispensan el carburante más caro se escudan en que el trato con el cliente es mejor, o que es más pura y sin aditivos, pero está demostrado que es una verdad a medias.

Respecto al asunto de los peajes sería acertado decir que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. A principios del año pasado empezaron a desaparecer peajes de los tramos de la AP7 o autopista del Mediterráneo, y los que quedan lo harán en breve; y en una semana también finalizará la concesionaria de la AP2, que enlaza Barcelona y Madrid. Si estuviéramos en una situación menos anómala políticamente hablando, sería una noticia magnífica, pero a mi entender detrás de esto se esconde algo malévolo, ya veremos qué pero alguien de estómago agradecido auspició que si se dejaban de pagar autopistas se deberían encarecer las autovías. Esto ha quedado en agua de borrajas de momento, pero no hay que fiarse de esta casta.

Algo que inmediatamente está provocando la gratuidad de las autopistas es el aumento masivo de camiones, nadie es perfecto pero se está observando que la conducta de muchos camioneros no está siendo la correcta en el caso de los adelantamientos; desconozco si existe un protocolo que permita que un camión adelante a otro, pero no es de recibo ver cómo hasta tres camiones seguidos adelantan a otro, poniendo en peligro a los demás conductores y creando retenciones y tensiones. El pez grande se come al pequeño, pero al final habrá una desgracia, entonces es cuando se pondrá remedio. Si a esto le sumas la cantidad de conductores que solo quieren ir por la izquierda, pues los boletos de accidente son constantes.

En fin, se acerca septiembre y con ello volverá el paro para mucha gente, esto de disfrazar las cifras les encanta a los progres; pero llegará un momento no lejano en que la pandemia acabará y habrá que arreglar cuentas. A lo mejor el precio de los peajes nos lo cobran en la factura de la luz, o baja la gasolina y nos la cobran con el agua, me espero cualquier cosa de esta calaña. Como he dicho al principio, estupidez supina...y aún falta lo de Afganistán, capitulo siguiente.

Manuel Morillo Miranda

domingo, 8 de agosto de 2021

Juegos a medias.

Sin duda, los Juegos Olímpicos de Tokyo no han sido como los anteriores por muchas razones: se han disputado entre olas pandémicas y sin público, se han realizado en un año impar, las condiciones climatológicas han sido puro azar, etc; pero lo que está patente en el ambiente es que todas las naciones tenían una imperiosa necesidad de que dicho evento se llevase a cabo porque poderoso caballero es don dinero, y aunque en cualquier olimpiada perdure el espíritu "citius, altitus, fortius" que instauró el Barón de Coubertain, asistimos cada vez más al imperio capitalista en el deporte, y los Juegos Olímpicos de Tokio tampoco han sido excepción a la regla.

El otro día me dio por investigar sobre las medallas otorgadas y su composición y mi sorpresa fue mayúscula al leer que su porcentaje de oro, plata y bronce no deja de ser un mero baño, y que dichas medallas provienen del reciclaje de teléfonos móviles, pc, y demás utensilios, esto nos da una idea de la clara concienciación que existe en Japón sobre el medio ambiente y el cambio climático (por algo su protocolo tiene nombre japonés: Kyoto), y nos muestra la gran desigualdad y egoísmo entre los diferentes países a la hora de posicionarse en este tema. Sin duda la pandemia, en sus diferentes versiones, ha sido un gran toque de atención mundial, pero está visto que ni así aprendemos.

Que casualidad que los gerifaltes del medallero: EEUU y China, son dos de las naciones que más contribuyen al cambio climático; y a lo mejor para ellos competir en las olimpiadas es una forma de expiar sus pecados, por un lado, y de ser unos virtuosos de la hipocresía, por otro. Si miramos más abajo en el mismo listado, aparecen Japón, Gran Bretaña y el Comité Olímpico Ruso (denominado así porque Rusia como tal está sancionada deportivamente desde los juegos de invierno de Sochi en 2018). Así que entre los cinco más laureados en Tokio aparecen los tres que menos conocen el utilitarismo y que mejor saben de mirarse su propio ombligo (Estados Unidos, China y Rusia).

Por otro lado, si nos referimos a los premios en metálico que otorgan los diferentes estamentos deportivos gubernamentales, podemos decir que, en comparación con otras naciones; lo que España ofrece a sus competidores que han obtenido medalla no está nada mal, incluso si hablamos a nivel paralímpico. Lo que encuentro injusto es que alguien que obtenga un diploma olímpico no tenga derecho a emolumento alguno. En cualquier caso el oro está valorado en más de noventa mil euros, la plata en unos cincuenta mil y el bronce un escalón por debajo, el premio es menor si se disputa en pareja o en equipo (ignoro la valía de las preseas en el ámbito paralímpico). No llegamos ni de broma a los setecientos mil euros si Azerbaiyán ganaba un oro en Río de Janeiro en 2016, o a los 675000 euros que podía ganar un competidor de Singapur en 2008 en Pekín. También hay que decir que la representación de Suecia y Reino Unido no recibe premio económico alguno en caso de obtener medalla.

España ha obtenido 17 medallas, las mismas que hace cinco años, pero ha habido un gran retroceso en la consecución de preseas del más preciado metal. Si en Río de Janeiro se obtuvieron siete, en Tokio solo se ha llegado a tres, y en lo referente a diplomas olímpicos el resultado ha sido más o menos parejo si cotejamos ambos eventos. Lo que sí hemos observado es que China cada vez compite mejor y aunque en resultado total los americanos siguen por delante, en medallas de oro ha habido máxima igualdad. Se puede decir que una de las grandes triunfadoras de estas olimpiadas (y deberíamos aprender de ella) ha sido Italia en el ámbito atlético, con preparación totalmente autóctona (algo tendrá que ver su formación policial o militar en su mayoría) sin duda una gran alegría para uno de los países más azotados por la pandemia. 

También se observa que Jamaica sigue siendo la reina de la velocidad en detrimento de los norteamericanos; que sí siguen dominando en el agua con Caeleb Dressel y Katie Ledecky, aunque los australianos les pisan los talones. Capitulo aparte merece Simone Biles, la reina de la gimnasia artística, muestra de lo importante que es tener una gran preparación mental además de deportiva, aspiraba a ganar un repoker de oros pero la presión pudo con ella, aún así no abandonó a su equipo e hizo lo que pudo. Japón, como anfitrión, tampoco ha obtenido malos resultados al ser el tercero en discordia en el medallero, pero aún está lejos de tratar de tú a los gigantes chino y americano.

Si hablamos de los nuestros, podemos decir que la actuación ha sido de luces y sombras, bien por influencia del virus o bien por lesiones inoportunas. Se consideraba medalla segura (no entro en el metal porque para ganar primero hay que competir como se ha visto) a grandes figuras como John Rahm en golf o Niko Shera en judo (por decir dos casos), al primero lo dejó fuera un positivo por COVID y al segundo le faltó suerte al tener que enfrentarse de primeras con su bestia negra. Llegados a este punto mucha gente se hace la siguiente pregunta: ¿Qué hubiera sucedido si los Juegos Olímpicos se hubieran celebrado en su momento y sin la pandemia?

Pues es imposible de predecir, pero seguramente Rafa Nadal y Carolina Marín hubieran llegado lejos en sus competiciones, Lydia Valentín habría competido en su peso, Pau Gasol no habría ido por estar lesionado, muchos y muchas atletas habrían llegado cortos o largos en su preocupación (como dijo Ana Peleteiro, que ha bendecido tener un año más)...pero Alejandra Cerezo no habría ganado la plata en taekwondo por no tener la edad para poder competir y seguramente Alberto Ginés tampoco habría escalado a lo más alto. 
Es difícil poner notas a la actuación de quienes nos han representado en Tokio, pero en mi opinión nuestros karatecas Sandra y Damián, y los piragüistas Maialen Chourraut y Saúl Craviotto siguen siendo un valor seguro; Fátima Gálvez (junto a Alberto Fernández, y no quizás como se esperaba) y Teresa Portela han obtenido por fin una medalla que siempre se escapaba, David Valero y Pablo Carreño lucharon como jabatos para conseguir un bronce de oro...como también lo fue la plata de Ray Zapata. Quizás el mal sabor de boca me lo han dejado los deportes de equipo, la vela y Garbiñe Muguruza.

En cualquier caso, hay que hacer un monumento a quienes tan bravamente han competido representando a nuestra bandera. Mi más sincera enhorabuena.

Manuel Morillo Miranda