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martes, 25 de agosto de 2020

Árbitros de nuestro sino

La verdad es que prefiero ver "C.S.I" antes que las noticias, me aburro de sentir siempre lo mismo, pero el boca a boca sigue vigente y quieras o no te llega al oído lo que sucede estos días. Pero, ¿es verdad lo que está pasando?, o tal vez tienen razón los negacionistas y este virus es solo una cortina de humo para tenernos entretenidos ante la que se avecina. En fin, cada uno que piense lo que quiera, este país es libre y desde luego conocemos el libre albedrío al pie de la letra.
 
Porque lo que viene es algo grave, no diría que es un tsunami pero poco le falta, y todo porque las comunidades autónomas juegan a ser casas de subastas y lo subastado son nuestras vidas. Y los árbitros, los del desgobierno, tampoco es que ayuden demasiado, se fueron de vacaciones como si nada y les dejaron el marrón a las comunidades autónomas, y éstas a los pobres ayuntamientos, que bastante tienen con autogestionarse, aunque hay que decir que muchos ayuntamientos lo están haciendo fetén cuidando de sus vecinos.

La verdad es que debe ser difícil gestionar un consistorio, no ya por la situación que padecemos sino por políticos veletas que cambian constantemente de opinión, esto ya lo dije en otro artículo pero merece recordarlo. Los bandazos están siendo del tipo de fuerza de 6G que solo pueden soportar algunos pilotos de automovilismo y astronautas, y la lista empieza a ser ya para pensárselo bien porque parece sacado de alguna comedia de los "Monty Python": empezando por la obligatoriedad o no del uso de mascarillas y guantes, pasando por la distancia interpersonal de seguridad y llegando a lo irrisorio que resulta ver cómo cada uno interpreta las leyes como quiere y actúa en base a eso.

Digo esto porque si los trileros no solo se dedicaran a mirarse su propio ombligo para sacar tajada, a lo mejor esta crisis se podría haber solventado de otro modo. Los pobres ayuntamientos, que ya tienen suficiente con hacer malabares con sus presupuestos, ahora están temblando al escuchar como el gobierno les pide amablemente que les cedan el dinero que han podido ahorrar, mientras el gobierno se dedica a dilapidar. Desde luego que ser alcalde de cualquier pedanía, pueblo o pequeña localidad debe ser profesión de alto riesgo en este momento, máxime si tienes a tu población recluída.

Naturalmente, los consistorios, grandes y pequeños, han dicho que naranjas de la China, que ese dinero no se toca. No les dotan de los equipos necesarios para prevenir una nueva ola del virus, les cierran el ocio nocturno que da de comer a mucha gente, limitan los horarios de hostelería, prohíben fumar, etc; y encima tienen el estómago suficiente para pedirles dinero, como dicen en mi tierra "això és de traca i mocador". A esto hay que sumarle que existen ayuntamientos "rebeldes" que antes de ver a sus vecinos explotar, deciden hacer caso omiso de los dictámenes del gobierno y de las CCAA, ese ha sido el caso de Alcázar de San Juan, en Ciudad Real, localidad donde un juez ha decidido dejar sin validez la utilización obligatoria de la mascarilla y ha revocado la prohibición de poder fumar en la calle. 

Yo no sé ustedes, pero yo observo lo que sucede a mi alrededor y sigo viendo gente sin mascarilla, personas fumando en la calle y mesas sin distancia en los bares, de ahí lo que mencioné antes de que la hermenéutica de las normas del COVID'19 es muy laxa y elástica, por lo que se ve el importe de una multa no es razón suficiente para hacer reaccionar a las personas, y esto es peligroso si se propagan ciertas conductas que vemos a diario en los medios de comunicación. El concepto nietzscheano del premio y el castigo es una verdad como un castillo, pero no estamos preparados para el premio y nuestra sociedad aprende a base de palos, ya veremos cómo acaba esto.

Dejo para el final lo que ya me empieza a superar sobremanera: la actitud de los mass-media, aunque yo los denomino ya "menos media" porque su credibilidad va en descenso contínuo. Decía Nietzsche que "la verdad la ostenta el poder", y no nos engañemos porque quien tiene el poder en nuestro país son los medios de comunicación, pero algunos se han convertido en meras cloacas informativas, cuya propaganda radica en puro sensacionalismo, engaño recurrente y favoritismo político; pero no en el rigor periodístico y la ética profesional que se le presupone a cualquier comunicador. 

No entiendo la razón por la que un medio de comunicación se dedica a alarmar a la población por el interés que sea. Si queremos subsanar esta situación, no podemos ver imágenes de hospitales vacíos que supuestamente están llenos de enfermos por el coronavirus, ese no es el camino y no creo que a nadie con dos dedos de frente le interese que esas imágenes se conviertan en realidad. 

Manuel Morillo Miranda